Amantes del mundo verde

†⊕dαš mïš h⊕rïαš

ƓƦƛƇƖƛƧ ƤƠƦ Լƛ ƔƖƧƖƬƛ:

martes, 7 de junio de 2011

Nebulosa

Tengo un sueño impresionante, no soporto esto de madrugar. Son ciento cincuenta y siete pasos asta llegar al instituto, son seis horas allí, son seis profesores cada día. Son seis libros los que llevo en mi cartera, pero con las libretas para cada una de las asignaturas suman mas de dos kilos en mi espalda.
Son veinte minutos sabiendo que solo a pasado la mitad de la mañana y que aun te espera otras tres horas. El hambre es constante desde la segunda hora, y cuando as acabado con tu apetitoso bocata observas como aun treinta personas en el patio siguen con el suyo.
Lo que me confunde es el timbre, ese odioso sonido el cual recuerdas cuando estas en casa y suena el teléfono, solo que en este caso te alivia oír decir a tu madre “dígame”.
Pero si no oyes a tu madre, y comienza un gran murmullo a tu alrededor que sabes que en los cien metros que te rodean existe, ocurre que acaba de terminar una hora, podrás despedirte asta el próximo día de tu profesor, podrás cerrar el libro, podrás salir a la puerta, pero todo se acabara cuando por el final del pasillo este llegando tu siguiente asignatura, dejando un silencio atrás y un pasillo vacío.
Volverás a tu sitio, abrirás el libro correspondiente, y se volverá a cerrar la puerta
Mientras termina de nuevo el timbre.
Por eso me confunde, no se si es bueno o malo, en todo caso, existe, no lo puedo cambiar.
Tengo veinticinco compañeros, que son cincuenta ojos que miran a la pizarra, cincuenta oídos que escuchan al profesor y veinticinco narices que perciben el olor cada día de alguna bolsa de patatas que uno de mis compañeros no le dio tiempo a zamparse en el recreo.
Cada profesora puede llegar a gritar en cada hora unas cinco veces como mucho a un alumno, porque a la quinta vez que le llama la atención le invita a salir del aula.
Solo me quedan veinte pasos para llegar a clase, la horrible puerta esta abierta y al lado de ella unos cinco chicos les dan las ultimas caladas a su cigarro con una cara tan amargada como la mía.
El misterioso timbre comienza a sonar, solo un paso para entrar al instituto, pero increíblemente solo una mirada como la suya me alegraba las seis horas matutinas.

Siete días tiene la semana, son las veces que ando asta el instituto y en cada una de esas veces Lidia me adelanta sin decirme un simple “hola“.
Al parecer hoy hemos estado a punto de romper está tradición, solo por dos milésimas de segundo no he traspasado la puerta antes que ella.

De los dos meses que llevamos de instituto es la segunda vez que veo a mi tutora tan contenta.
A ordenado que Lidia reparta una fichas, cuando me da la mía le sonrió, en los dos segundos de espera a su respuesta son diez veces las que mi cabeza me dice que me responderá con otra sonrisa y diez veces las que me dice que se ira despreciándola.
A cien pulsaciones por minuto paso mi corazón cuando me dijo “¿me dejas tus apuntes de lengua?”
Debe de pensar que soy un tonto, creo que en mi vida nunca me habían temblado tanto las manos como cuando le di la libreta.
Ella se sienta dos sillas mas adelante que yo, y ahora mismo se encuentra muy aplicada escribiendo en su calculadora las complicadas ecuaciones que nos mandaron de la ficha.
Se coloca el pelo bien cada dos minutos, su pelo es rubio, tan bonito como sus ojos verdes.
Cuando ha pasado media hora de clase siempre se quita su chaquetón y cuando se levanta para colocarlo en la percha son diez veces las que se oye su tacón.

Hace dos meses, le dije a mi hermana que me gustaba, se partía de risa la muy estúpida, y ni siquiera me dio un consejo. Pero cuatro días después toco a la puerta de mi cuarto, se coloco en mi cama y m pidió por favor que apagara el ordenador.
Mientras me dio el único consejo de amor que me han dado en mis dieciséis años de vida, lloraba muy pacíficamente y se sonaba los mocos cada cinco palabras.
“No te voy a decir que no te enamores, pues ya se que lo estas. Intenta que no se convierta en el centro de tu vida, y si ya lo es apártala a un lugar donde solo puedas ir cuando tu quieras”
Entonces las lagrimas de sus ojos caían con mas fuerza y en cinco segundos salio de mi cuarto dando un portazo a la puerta.

Todo esto me hizo pensar que ha ella le había ocurrido, por ello quise tomar cartas en el asunto para que ami no m pasara.
Desde ese día tengo un mundo, es imaginario, no tengo tanto dinero para comprar uno.
Para llegar a el debo cerrar los ojos con fuerza y apretar los puños.
Allí puedo hacer lo que quiera, no hay normas, todo es verde, hay un precioso lago con un puente que lo atraviesa y cuando miras al cielo puedes ver todos los planetas, parece cuando alargas la mano que puedes asta tocarlos.
Siempre que voy a este lugar es para pensar en Lidia. Le he llamado Nebulosa.

Solo hay una silla libre en la cafetería, normalmente debe de a ver unas cuatro, porque David, Luis y yo nunca solemos venir.
Pero me gusta esto de pasar el recreo bajo techo, bueno, vale, Lidia esta en la mesa de en enfrente.
Se toma su batido de chocolate con una pajita, mientras habla de algo gracioso con sus amigas, cuando se prepara para darle un trago a su batido no lo consigue ya que la risa le ha atacado.
Me he pasado las tres primeras horas de clase en “Nebulosa” allí he soñado que Lidia y yo quedábamos para ir al cine, que le compraba un cartón de palomitas y ella me lo agradecía una y otra vez con su tan peculiar voz dulce.
Me dejo elegir la película, una de miedo, todo estará mas oscuro, quizás le de miedo y deba protegerla.
Se agarro a mi mano cuando empezó la música tenebrosa, y apretó con fuerza mientras toda la sala del cine gritaba por el susto.
Me miraba y sonreía avergonzada, para que entendiera que me sentía genial le mostraba una caricia con el dedo gordo en su mano.
La acompañe a casa, durante el camino solo podía mirarla, se que hablaba, pero no escuchaba lo que decía estaba demasiado concentrado en su belleza, y es que la tenia tan cerca.
Cuando estábamos en el portal de su casa se acerco para besarme, pero antes de que sus labios tocaran los míos el odioso timbre anuncio el recreo.
Antes de bajar a tierra le dije:
“En 20 minutos volveré, ¿m esperas?”
Y allí se quedo sentada en el portal mientras yo caminando de espalda la miraba, y ella agitaba su cabeza mostrándome un si.

Si ella supiera que mientras ha aprendido hacer logaritmos yo he estado en el cine con ella, ¿Cómo se lo tomaría?

-¡Lucas!, gracias por tus apuntes aquí tienes la libreta, por cierto, ¡bonita letra!

-Se que estoy rojo, se que mi color ahora mismo es como el corazón de una sandia o el mío mismo. Mis amigos se cuentan cosas en el oído mientras me señalan, desde luego se podrían cortar un poco al hablar de mi.
No puedo mirar hacia Lidia, seguro que le esta contando a sus amigas como mi cara ha cambiado de color, o lo antipático que soy por no decirle absolutamente nada.

El timbre anuncia que empezamos las ultimas tres horas. Toda la gente de la cafetería se acumula en la puerta, parecen el agua cuando esta a punto de salir, cada gota empuja a la otra para ser la primera en escapar.
-¡Lucas! Se te ha caído esto de la libreta, menos mal que tienes a tu amigo Luis que siempre esta pendiente de todo eh!
-No, nó es mío.
-Si, pone: Lucas.

El timbre me saca de Nebulosa, pero esta vez un acogedor sonido me hace sonreír.
“Dígame”
Mama me pregunto en el almuerzo “¿as aprobado algún examen? Se te ve muy contento”
Ella no se imagina que esta tarde tengo una cita, alas 8:00 en “La estatua roja” una pequeña pizzería del centro.

He salido de mi casa diez minutos antes de lo acordado. Hace tres minutos mi velocidad era descomunal, he pensado en disminuirla para asimilar lo que esta pasando.
¡Lidia me ha propuesto una cita!
Lo único que se me viene a la cabeza en es cuando leí esa nota, con esa letra tan constante y fina. La he podido leer como nueve veces pero os engañaría si os dijese que no me apetece leerla otra vez.

Han pasado seis largos minutos desde que estoy en la puerta de la pizzería, si Lidia apareciese ahora mismo solo tendría cinco minutos de retraso. En todo caso la entenderé. Tal vez sea porque es una chica o porque estoy enamorado.

Nueve minutos de retraso exactamente. Su sonrisa es tímida pero valiente. Se esta acercando, ya casi esta aquí.

-No tengo nada que explicarte sobre la nota, solo quiero explicarte quien soy, de quien estas enamorada y desaparecer del mundo durante toda la tarde.
-¿vale? ¿Qué hacemos? ¿Por qué quieres desaparecer del mundo?. Ninguna frase me parece la apropiada..¡Oh dios mío!. No se que decir..
-¿Te gustan los mundos apartes? Es decir, aquellos que son solo tuyos, que la gente si conoce pero no entiende lo que son para nosotros. Aquellos que te hacen sentir especial y soñar lo que deseas…
-Si.
-Busquemos uno.
-Cuando me cogió de la mano no sabia ni donde íbamos, pero me daba absolutamente igual. Todo parecía un sueño, un sueño de estos en los que no entiendes nada pero son los mejores de soñar.
Un cuarto de hora agarrado a su mano, seguimos corriendo aunque a ratos pausamos el paso. Nos paramos frente a un campo de futbol, tan grande y verde que parece un bosque sin árboles si solo miras el césped.
-Entremos por detrás, hay un pequeño agujero.
-El césped esta húmedo, pero su mano que aun no he soltado es mucho mas calida. Tumbado sobre el césped y mirando a las nubes mientras agarro su mano es como estar en Nebulosa.
Lidia, ¿Quieres que viajemos a otro mundo de verdad?
-¡Claro!, tu solo llévame de tu mano.
-Cierra los ojos, aprieta mi mano con fuerza mientras y que el otro puño cierre a presión. ¿Lo ves? ¡Estamos dentro!

-¡Lucas! ..menos mal, estaba asustada, no me contestabas, tenias los ojos abiertos pero la mirada perdida, tu cuerpo quedo muerto. ¿Qué te paso?
-Lidia mostraba su cara al máximo esplendor de susto. No consiguió viajar asta Nebulosa pero lo conseguirá. Es mi mundo y yo decido quien entra.
Viaje a Nebulosa, el mundo que te dije. Lo he creado para subir allí cuando quiero pensar en ti. Llevo dos meses viajando hacia aya.
-Lucas promete que no volverás a ir.
-¿Cómo que no? ¡Tu vendrás conmigo! Es nuestro mundo, podremos vivir allí para siempre.
-Lucas, te quedaste como muerto… eso no puedo ser bueno.
-Vale, supongo que no necesitare ir mas si ahora en el mundo real estoy contigo.
Necesitaba besarla, me debía de demostrar que ahora Nebulosa seria el mundo real y mas valiente que nunca aproxime mis labios hacia los suyos.
-No, no te confundas, yo solo quiero ser tu amiga. Hoy quería alejarme del mundo con alguien como tú. Eres tan… imaginario… ¡Quería escabullirme en tu mundo aunque solo fuera una tarde!
Pero no pienses ahora, solo háblame. ¿Cómo es Nebulosa?
-Volví a tumbarme en el césped. Volví a coger su mano, pues esta seria la ultima vez que estuviera con ella en el mundo real.
El suelo de mi mundo es como en el que nos encontramos, no pienses que todo es fantasía allí, pues yo diría que solo son lugares pequeños del mundo real unidos. Sus árboles son verdes, las aguas de los múltiples ríos que posé son tan claras que se puede ver todo los peces que pasean por ellos. Hay algunos animales como pájaros, y una peculiaridad es que todos tienen un toque verde. Lo que mas abundan son las nubes, pero el cielo siempre esta soleado. Nosotros nos hemos bañado en sus ríos, hemos trepado sus árboles, hemos dormido mirando a las estrellas, te he colocado miles de flores en el pelo…
También hay diversas casitas sin contar la tuya y la mía, esta el cine, el restaurante, un hotel.. Todas son como cabañas de maderas con una tres escaleras para subir a la puerta.

-Lucas es muy bonito todo lo que me has dicho, jamás olvidare este día, este momento, esta conversación. Debo de irme ya. Mañana nos vemos en el instituto ¿vale?
-Adiós.
Hay media hora para volver a casa, hay aproximadamente veinte calles con pasos de cebra por los que tengo que cruzar. Solo tengo un pensamiento en mi cabeza, es Lidia, su mirada, su mano, sus voz…
Cuando llegue a casa no quiero recordar este día a si que lo recordare tantas veces como pueda durante el camino.
Cuando llegue a casa, solo are una cosa, Nebulosa.



-¡Vamos Lucas! ¡Tienes visita!
-Estoy en una habitación blanca, mis manos están sujetadas por una camisa de fuerza, solo hay una camilla en el aula.
Un tipo me desata las manos.
-¿Cómo estas hoy? Ya veras que chica mas guapa ha venido a visitarte.


-Allí estaba Lidia, sentada en una mesa. Me senté enfrente de ella, sin dudarlo me cogió las manos.
-¿Has vuelto verdad? ¡As estado un año en Nebulosa! ¡No puedes volver mas allí!
-Lidia lloraba, su mano paseaba por la mía, su calor me hacia recordar esa tarde en el campo de futbol, es tan real….
-¿Vas a volver a Nebulosa?
- No entiendo lo que pasa, no entiendo el mundo real, no se porque estoy aquí, no se porque tenia las manos unidas. Tampoco quiero saberlo.
Lo realmente bonito es que en cualquiera de los mundo en los que me encuentre tu siempre estas delante. Pero no es justo que en este sienta tu calor, ya que solo estas un segundo a mi lado. En Nebulosa siempre estas conmigo, pero nunca siento tu calor.
-Lucas, es una pena que te haya pasado esto. Tu imaginación es impresionante, podrías a ver conseguido lo que te propusieras.
Pero no te culpo. Eres valiente por abrir ese mundo en tu cabeza, ese mundo de fantasía que todos tenemos dentro de nosotros.
Entiendo tu locura. Jamás te sientas culpable cuando te llamen “Loco” pues tu locura es el mas bonito de los sentimientos.

1 comentario:

  1. Soy Scry =)
    Me ha gustado mucho ya te dare mi opinion personalmente =)
    Me gusta mucho el cambio de LOOK de tu blog.
    Sigue asi, lo haces muy bien

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y aora una firmita para acer constancia de tu visita no?