El Dia Despues

He despertado cuando el sol cegó mis ojos.

He sentido el hidrógeno cuando una rama mojada reposo en mi labio inferior.

Pero mi conciencia debo de haberla perdido.

La montaña me ha arrojado hasta su ladera. Hay pinchos en mi ropa y polvo en toda mi epidermis.

El dolor no perfora mi tejido oseo. Pero mi nervio esta matando las neuronas de mi base de datos. No encuentro el archivo.

El norte siempre me pareció mas cálido y el sendero alegre por estar florecido, Pero, al ritmo de mis pasos ligeros, he destruido la hierba, las raíces… Queda todo gris tras de mi…

¡¡Un momento!! … Hay dos luces que brillan en el “este”. Palpito palpitos en esa dirección.

Son humanos, ríen y hablan. Se miran. No quiero que me vean. Ellos no tienen polvo. Están hablando de los muertos, de aquellos que se quedan en espíritu porque tienen algo pendiente.

Ya solo quedan unos minutos para ocultarse el sol. Estoy aburrido de escuchar estos jóvenes.

Los papeles donde depositan su basura han explotado como si de bombas estuvieran compuestas. El grupo de chicos decide cambiar de lugar. Hay una chica que no se va. Sigue sentada. Mirando al cielo, desprendiendo rayos desde su mirada. No parece haberle asustado la explosión. Es extraño. Esta sola e indefensa. Es guapa y parece muy triste. Se recubre las piernas con su brazos. Baja la mirada. Me acerco a sus sombras. Le hueló, ¡Es familiar! Su espalda me tiene delante.

Vibra el suelo levemente. Viene alguien. Ella eleva su cara al frente, y yo, con ella, hacia el mismo lugar. Son dos piernas perdidas. De dedos a rodilla. Todo hueso podrido, y lloran sangren, con la que se mancha el suelo. Siguen su recuerdo con sus pasos torpes hasta que desaparecen.

Me acerco a solo dos milímetros de su nuca e inspiro.

Vuelven las vibraciones, esta vez mas constantes, mas cerca…

Están debajo de mis pies y yo paralizado.

Dos ramas naciendo del suelo al lado de cada extremidad inferior mía. Muy lentamente estaban abrazándome apasionadamente.

Mientras sus ramificaciones recorrían mi estructura, como si de hormigas se tratase. No puedo pedirle ayuda. Tengo que protegerla.

Aunque las ramas ya han investigado cada centímetro de mi cuerpo.

Ya se van por donde vinieron, donde tienen que estar, bajo el suelo.

Y en un giro impulsado, ella me miró, con ojos negros y ahogados. La vida quedo pausada. Nos mirábamos y de fondo aullaban las campanas. Nuestras muecas se analizaban. Me despisto una paloma negra malvada, se cruzo por medio de nuestra linea de miradas.

Y me dijo “Dame tu alma” con su oscuro polvo que ralentizaba mi escarcha. Cogí sus manos, unas frías ramas y delgadas muñecas que sin ningún pavor me mostraba.

Abré su boca olvidando cualquiera de las leyes físicas, agarra tan fuerte mis dedos provocando un dolor intenso en mi cabeza. Necesito dejar de mirar su mirada para parpadear.

Y ahora… ahora se esta llevando mi piel, la única capa que recubre mis huesos podridos en este mundo de muertos. Parece que se lleva el polvo de mi estructura. Lo absorbe al agujero negro que ha aparecido en su boca.

¡¡Maldito Demonio!!    -Le he gritado sin poder resistirme más. Y con sus manos de ramas me agarra mas fuerte. Y con esa peculiar vibración ha estirado de mi conjunto de huesos, quebrantandolos de mi cuello hasta mis pies. Los gusanos los están enterrando.

Vuelve a mirarme fijamente. A mí, una carabela flotante.

Y con su mirada también me ha robado la miá.

Solo me ha dejado oscuridad, y un cruel destino de ser un hueso perdido.

FIN